Acerca de mi

Foto con 3 años, el gusanillo ha salido muchos años más tarde
Soy un empedernido y consumado lector, la lectura diaria es el alimento que necesita mi espíritu para seguir en este proceloso mar de dudas, en este incomprensible mundo de despiadados sentimientos, en esta vida llena de claroscuros. Cuando me dispongo a tomar el libro de turno realizo una especie de ritual como discípulo a maestro; lo toco, tanteo su forma -incluso cerrando los ojos-,  paso rápidamente por el dedo pulgar todas sus hojas, lo mimo, le hablo y le pregunto ¿Qué me vas a contar hoy? Él no responde al momento solo adentrándome entre sus hojas, van apareciendo en mí, imágenes, olores, sonidos, todo lo que quiere que yo refleje. Me siento como una pantalla de cine en el que se reproducen todas las ideas, situaciones y vivencias apuntadas entre sus páginas. Poco a poco, se va produciendo en mí una catarsis  y me convierto en un capitán al mando de su barco por los mares del sur en mi butaca del salón; una dulce princesa en busca de su principe azul desparramado en mi cama; el más famoso detective por las calles lúgubres del Bronx de Nueva York en mi taza del retrete; o quizá un aviador de la primera guerra mundial cuando voy en tren o en autobús . Todos puedo ser y no me he movido del sitio o soy uno en muchos sitios. 
El maestro Borges escribió sobre el libro: "De los diversos instrumentos inventados por el hombre, el más asombroso es el libro; todos los demás son extensiones de su cuerpo....Sólo el libro es una extensión de la imaginación y la memoria". 
Yo añadiría también extensión de sus sentimientos y emociones porque el libro desde el punto de vista del autor, en su obra creada es inevitable no dejar un trozo de uno mismo, es como un intercambio que luego se recuperará leyendo nuevamente.
Cuando escribo soy como un alfarero con un trozo de arcilla amorfa en el torno, que luego dándole forma consigue crear una pieza fresca que poco después horneará. 
En mi caso, el escribir no está supeditado a un horario, no digo: "a partir de las ocho crearé un relato". Para mí no es así. En mi corta experiencia como creador de historias, las ideas surgen de forma inesperada, una vivencia, un recuerdo, una noticia (...) Tampoco es continuo el fluir de ideas, a veces surgen a borbotones, otras hay que empujarlas como al bote de mayonesa, para que salgan.
Lo importante es tener la intención de contar algo y  el placer de plasmarlo en palabras. Aunque esa conversión a veces cueste sudores. La idea original puede ser el relato en su conjunto aunque para crear un relato aceptable se debe hilar fino. Ocurre en otras ocasiones que el desenlace es la idea original y construir la historia sobre ese final. Tanto en el relato breve como en el microrrelato  la composición de la trama se produce igual que si jugáramos al mecano de nuestra infancia, encajando las piezas; una palabra mal situada, el exceso o defecto de alguna de ellas cambia el sentido de lo que se trata de exponer.
Por mi parte, quiero seguir aprendiendo día a día en el difícil arte de la combinación de palabras. Es mucho lo que tengo que aprender todavía.
Aprender leyendo, aprender de los autores consumados, aprender de libros especializados, y aprender profesionales especialistas en escritura creativa. De todos puedo adquirir conocimientos y seguir; seguir en esta hermosa singladura.
Os tendré al corriente (...)



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