jueves, 30 de junio de 2011

LA COMPRA INAPLAZABLE




Al ver la figura que se trasluce a través de la puerta, nota que el sudor de su  mano le impide girar con facilidad el pomo. Una vez abierta, con su mano derecha piensa en agarrarse al quicio de la puerta cuando recibe el impacto del olor que ya conocía de otras ocasiones y qué empieza a aturdirle. 

Sin remedio, a causa de la palabra dada jornadas atrás, atraviesa el marco y nota su espalda como un empedrado de púas de erizo. Sus rodillas tienen la firmeza de hilos de alambre. Sus músculos cervicales los siente rígidos como báculo de hierro, incapaces de hacer girar la cabeza hacia las sillas que en fila están junto a la pared izquierda de la habitación, ocupadas por gente curiosa que lo ojea expectantes. El corazón… su corazón no quiere seguir perteneciendo a su caja torácica quiere saltar brincando e irse de allí, al igual que su atolondrada cabeza sudada. Nada es comparable con el movimiento de sus tripas y el ruido que producen, como agua burbujeante en una fuente de Feng Shui. No le queda otra… obligado se sienta desconcertado a la espera del fatídico desenlace, con el sabor metálico en su boca, seca como el esparto. 
Se siente arrepentido de la decisión que tomó hace ya unos días. Se dejó convencer un vez más. Cree que no lo pensó con detenimiento en esta ocasión. De pronto, su nombre prorrumpe en altavoz. Incapaz de levantarse es ayudado por su mujer que lo acompaña expedita a pasar este trago tan amargo para él. Al sentirse incorporado y ya con fuerzas suficientes en sus piernas, lo piensa mejor y elabora un quiebro a lo Messi dirigiéndose como una exhalación a la puerta de entrada.
-¿A dónde vas Bernardo?
- A la calle y después al Corte Inglés a comprarme un kit de limpieza bucal.


5 comentarios:

  1. He ido imaginando el desenlace de varias formas conforme iba leyendo pero no me esperaba lo del corte inglés. Me has recordado a la Martirio cuando cantaba lo de " a que me bajo a la calle a pega chillio"

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  2. Muchas gracias Eva por tu visita. Me he reído mucho con tu comentario. Aunque la reacción del protagonista parezca un tanto exagerada. Alguna vez se me ha pasado por la cabeza hacer algo similar cuando voy a una limpieza bucal.
    Saludos.

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  3. Ay! cuánto he tardado en acudir a una clínica dental...
    Auxiliares atentísimas, odontólog@s superprofesionales, hilo musical, cristal, monitores, decoración minimalista...
    Tardé en decidirme a realizar la entrada narrada magistralmente por tí, porque estaba traumatizado por el recueerdo de las noches en vela, llorando sin parar como consecuencia de los terribles dolores de muelas... y al final el dentista que, malhumorado, procedía a realizar lo único que sabía, en aquellos lejanos años: extraer las piezas.
    Excelente narración brevísima!!!

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