jueves, 22 de septiembre de 2011

LA VERDADERA TRISTEZA

Como bien sabéis este mes se han cumplido diez años de la masacre de las torres gemelas en New York, qué de sensaciones nos trae a cada uno de nosotros esos días. Recuerdo que nos habían invitado a almorzar en el Hotel Cervantes de Torremolinos a los compañeros de la agencia, una vez almorzado  nos dispusimos a visitar unas habitaciones que estaban remodelando.

En esos momentos nos llegó la noticia por el director del hotel, unos aviones se habían estrellado con el Word Trade Center. Lo primero que pensamos todos era que podría estallar una nueva guerra.

Ahora hace diez años de esa masacre, recuerdo la caída de las torres, imágenes terribles días después de personas arrojándose por las ventanas, toda una desgracia. Y me digo, estas víctimas tienen homenajes, se celebraron a lo largo de la semana cantidad de ellos en todo el mundo. Son homenajes a victimas que son recordadas, incluso algunas son aclamadas como héroes.
Todas las muertes no tienen la misma categoría. Hasta para morir se tienen jerarquías desde que el mundo es mundo. Y claro también en la forma de morir. Cuando se habla en las noticias de muerte y de muertos, importa tanto más, si es famoso, adinerado aun más, cantante, futbolista o político.

Viendo estos homenajes se me vino a la memoria la viva imagen de lo que para mí significa muerte, la muerte injusta, este fue un documental emitido hace unos años por una cadena de televisión, no recuerdo cual;  por favor intentar imaginar la situación;  una madre en Etiopía, ella escuálida con su hijito entre sus brazos - o lo que quedaba de él- completamente en los huesos –madre e hijo- la criaturita intentaba con sus ínfimas fuerzas llegar hasta la esmirriada y casi inexistente teta de su madre, sus brazos eran varas de cañavera, cientos de moscas le revoloteaban por todo el cuerpo, en especial por labios y ojos, ese niño solo tenía ojos, ojos llenos de tristeza, ojos sin brillo, recuerdo que lloré ese día, y cada día que se anuncia una muerte de un famoso me acuerdo de ese niño; se me quedó grabado en lo más profundo de mi corazón. Esto sí es muerte, esto sí es desgracia y  lamentablemente se produce muchas veces a lo largo del día, lo que sucede es que estos muertos no hacen ruido, se mueren apagándose sumisamente,  sus vidas se van yendo sin hacer ruido y se van apagando como una vela residual en la que el pabilo se va torciendo y disipando hasta que no quede un fotón de luz. Esto es tristeza. Muerte y olvido. Lo otro también lo es, aunque una tristeza un tanto más soportable. Lo otro en cierta manera no se puede remediar, esto sí.
En estos diez años desde el 11 de septiembre del 2001 cuántos inocentes habrán muerto bajo este perfil, nos quedaríamos horrorizados de la cantidad. Según un informe de Save the Children nueve millones de niños mueren antes de cumplir los cinco años por causas relacionadas con la malnutrición y la desnutrición en un año, o sea un niño o una niña muere aproximadamente cada tres segundos por esta causa. Está bien recordar a los muertos, cierto es, pero nuestro sentido común como humanos civilizados debería de hacernos reaccionar ante tanta injusticia. En estos tiempos los grandes países ricos y grandes especuladores están inmersos en los problemas bursátiles; el índice Dow Jones, el Nikei, o la prima de riesgo de España o Italia o tantos otros. Lo realmente importante es que hay todavía muchas personas en este mundo que mientras muchos otros en traje de corbata se pelean por décimas de puntos de los dichosos índices hay niños que aún que mueren por no poder llevarse nada a la boca para comer.
Lo que ha debido de ocurrir según mi parco entendimiento es que esas personas tan inteligentes, la mayoría de ellos doctorados en muchas carreras universitarias, no han podido perder el tiempo unas horas incluso minutos en discernir cuál es, según el sentido común el problema. Creo, que en el momento en que reserven esos minutos en sus iPhones, smartphones, tablets, etc. caerán en la cuenta de que el problema radica tan solo rotunda y sencillamente en que en muchos lugares de este planeta se da un axioma incontestable: la palabra infancia es igual a muerte. Entonces con esta toma de conciencia, es posible que algunos de ellos se les pueda caer la cara de vergüenza o hartarse de llorar como me ocurrió a mí al ver el documental. Puede que así  reaccionen y hagan reaccionar en cadena sin excepción de ideología ante tanta sinrazón.
Mientras tanto nosotros ciudadanos de a pie, tampoco nos podemos quedar impasibles ante tanta injusticia. Hay muchas organizaciones, tanto religiosas como ONG´s, en las que podemos participar personalmente o mediante aportaciones dinerarias por ínfimas que sean, deben ser validas. Confiemos en estas organizaciones como Save The Children, Aldeas Infantiles, Cáritas, Ayuda en Acción, IntermonOxfam, Intervida, y un largo elenco de organizaciones y personas que se dedican a la ayuda de la infancia necesitada. Todos podemos hacer algo no nos quedemos con los brazos cruzados y contribuyamos a aportar esperanza para que imágenes como la de ese niño y su madre suceda cada vez con menos frecuencia. Tomemos conciencia:
Países subdesarrollados: Infancia=hambre= desnutrición=muerte.

2 comentarios:

  1. Encomiable tu entrada sobre un tema tan terrible como son los costurones y heridas de este nuestro mundo que tan bien has tratado.
    Yo procuro también aprovechar mi bloc para tratar estos y otros problemas (superpoblación, hambre y sequía, grandes migraciones, etc), e intentar cada uno en nuestra humilde medida, hacer lo posible para mejorar estas situaciones.
    Y tratar de ayudar económicamente... por supuesto.
    Un saludo, amigo

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  2. Bueno, de mucha pena, por estas muertes y por las otras.
    Un saludo.

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