Subió al despacho del piso de la 5ª avenida. Buscó su revólver en el doble fondo de un cajón del escritorio donde lo había guardado tiempo atrás. Por fortuna se encontraba todavía allí.
Lo desempolvó y acarició fría y lentamente. Con firmeza y arrojo lo empuñó, miró con descaro el cañón….
Estampados en el retrato de Nora y David encima de su mesa, aparecieron esparcidos sus sesos.
Yo también quiero narrar igual...
ResponderEliminar