jueves, 14 de julio de 2011

NOS DOLIERON LOS OJOS


Acabo de llegar de hacer unas compras en Carrefour con Pepi y los niños, y venimos indignados. Nada nos ha ocurrido en ese gran hipermercado, no es la causa. Cuando circulábamos en carretera dirección Churriana, poco después de girar e incorporarnos a la  carretera de Coín,  el conductor de un todo terreno reluciente de color negro abrió su ventana y arrojó al asfalto un vaso de cartón.

Como segundos más tarde pudimos comprobar, el vaso había contenido café o agua, lo que fuera daba igual, la imagen fue dolorosa para nuestros ojos. Nosotros que somos capaces de llevarnos de vuelta a casa cualquier envoltorio,  botellas de plástico, de lo que sea que haya que deshacerse, cuando en el momento de tirarlo no encontramos papelera o contenedor a mano. 
Hemos sentido rabia al ver rodar el vaso por el negro asfalto movido por el viento terral que azota esta tarde.
Mi reacción fue no hacer nada, me quedé un poco tocado, me dije en ese momento que no podía hacer nada. Más tarde me reprochaba que había incurrido en un error, que sí que podía haber hecho algo; que menos que haber tocado el claxon o lanzado alguna ráfaga de luz, quizá haber puesto mi vehículo a la altura del suyo y haberle reprendido mediante algún gesto su conducta tan incívica. Nada hice – me arrepiento de ello-  tan solo quedarme pensativo e incrédulo.
Han pasado unas horas y me sigo preguntado: ¿Tan poco hemos aprendido? Para tan poco sirven las campañas de “MANTENGA LIMPIA SU CIUDAD” y tantas otras que se pagan con el dinero del contribuyente.
En estas circunstancias recuerdo una anécdota que le ocurrió a un conocido mío en Austria durante un viaje a ese país; cuando sin querer se le cayó el envoltorio de un chicle,  y de manera inminente fue recriminado por un transeúnte que pasaba en ese momento a su lado. El pobre –mi conocido- colorado como un tomate se dispuso a coger presuroso el envoltorio del chicle y guardándoselo en el bolsillo pidió disculpas como pudo al pulcro ciudadano. Con conductas como la de este ciudadano austriaco no me extraña que ese país sea unos de los más limpios de Europa y del mundo. La educación ciudadana empieza por uno mismo. Lo que no hagas en tu casa no lo hagas en la calle, esa debe ser la premisa de cualquier persona educada en relación a su entorno.
Si algunos individuos tienen el lamentable comportamiento de mi “apreciado” conductor es porque tienen la creencia todavía que las calles, las plazas, los parques, el mobiliario urbano no son de su propiedad, hasta que no caigan en la cuenta, que ellos los pagan con sus propios impuestos, y hasta que la reacción de los demás – nosotros, los que nos creemos educados-  no sea como la del ciudadano austriaco; increpar, censurar, reprender ese tipo de acciones, hasta entonces; los ciudadanos responsables seguiremos sufriendo los desagravios de esos elementos insolidarios;  y en nuestras calles, plazas, parques … seguirán rodando vasos, volando bolsas y ensuciándose de cascaras de pepitas de girasol, etc.  Y seguirán doliéndonos los ojos a más de uno de contemplar conductas tan deplorables como esa, aunque espero para esa ocasión no proceder de forma tan pasiva.

2 comentarios:

  1. Bueno! Yo voy por la calle y he determinado callar a fin de que no peligre mi integridad.
    Hubiera sido una temeridad increpar al conductor que arrojó el vaso a la carretera. Muy loable, sin embargo, tus buenas intenciones, pero educar a un país no es cosa de dos días, ni dos meses, o dos años... pongamos dos generaciones. Mientras tanto que cada uno procure predicar con el ejemplo, como yo hago. Aunque sea una postura un tanto cobarde, pero la verdad es que, un poner, no tengo valor de recriminar al dueño del perro que arroja sus excrementos en plena calle (ya no estoy seguro cuál de los dos es el que lo hace, incluso a lo peor son los dos).
    Un saludo, amigo!!!

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  2. Hola, Pepe:

    Muchas gracias por tu visita a mi bergantín y por tus palabras; me gustan los Navegantes que vienen con cariño y respeto, sin falsos halagos. Te lo agradezco mucho...

    Excelente entrada esta que has publicado, Pepe... ¡nos queda tanto camino al ser humano para ser civilizado en tantas cosas!

    Yo siempre he dicho que alguien que va por la vida arrojando a la via pública lo que le da la gana, vive dormido, sin consciencia... y sin consciencia cualquier daño es posible...

    Vivo en un pueblo de Madrid muy sucio, Pepe, encima pagamos las tasas de basura más altas de la zona, ¿te lo puedes creer? Y no te cuento las cosas que he visto tiradas en la calle porque me da vergüenza...

    Un placer visitarte, volveré.

    Un abrazo.

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