jueves, 4 de agosto de 2016

LA BELLA REDURMIENTE

Se cuenta que un príncipe, enterado de que en un reino no muy lejano había una princesa que por un hechizo llevaba muchos años durmiendo, le entró el gusanillo de la aventura y hora de asentar la cabeza. Y en sus mejores galas a lomos de su jubiloso corcel se dispuso a buscar el castillo donde le habían indicado que se encontraba la hermosa dama.
Después de unos días de penoso viaje, comiendo en ventas poco recomendables, durmiendo en camas con  insectos poco deseables, llega el día en el que divisa a lo lejos el castillo. Estaba escondido entre vegetación, como si no hubiera pasado el jardinero durante mil años. Como pudo se adentró en la fortaleza no si antes pincharse con las púas de varias enredaderas y así rasgarse el calzón estrenado para la ocasión. Subió raudo y veloz como si le fuera la vida en ello por unas escaleras que daban a una habitación en la cual yacía en una cama la muchacha más bella que jamás hombre pueda conocer. Antes y siendo consciente de su papel en esta historia, imaginó cuan feliz sería al lado de semejante belleza, se casaría con ella, y tendrían un niño primero que sería el heredero y después vendría la niña que se casaría con el príncipe heredero de otro reino y sus días estarían llenos de plenitud y gozo. Tomando conciencia del momento tan trascendente que estaba a punto de vivir se dispuso a besar a la joven. Fue hacia ella suavemente y posó delicadamente sus labios sobre los labios de la princesa. En ese preciso instante unos ojos azules almendrados se fueron abriendo a la luz, su cara que hasta hace unos instantes era blanca marmolea,  se tornó rosácea (la muchacha en un acto de inusitado esfuerzo empieza a tomar conciencia de quien es ella misma y el estado en que se encuentra, además de que ropa llevaba puesta y de como va peinada, y preguntándose de cómo debe comportarse ante tan hermoso y dulce galán). En su intento de balbuceo el príncipe se lo impide poniéndole dos dedos sobre sus carnosos labios y le indica con la otra mano que no hace falta que hable que ya se propone hacerlo él.

- ¡Jo tronca, qué flipe!¿cuánto tiempo llevas empaná?¿Te has petao de coca en una fiestuki o te ha dao un jamacuco de la priva en un garito? ¡vaya marronazo! no vayas de sobrá que te quedas más seca que la mojama.

La sonrosada piel de la princesa se le convierte en rojo escarlata y no sabe donde meterse. Se le evapora de golpe toda la modorra que tenía y busca como una condenada por todo el palacio el huso de hilar con el que se pinchó el dedo o a la hada mala para que la vuelva a dormir por lo menos un par de años más hasta que desaparezca el indeseable príncipe.



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