Ante el olor dulce y aterciopelado de su perfume, sus ojos almendrados marrones me lo insinuaron con la mirada, atraparon los míos con atrevimiento. Mi giro de cabeza daba beneplácito a lo que estaba a punto de suceder. Su sonrisa cautivadora desvelaba la intensidad de su confianza. Su voz delicada estaba persuadiendo mi elección. Mi voluntad, cada vez más en declive ante su discurso tenaz y decidido.
Por fin me rendí ante ella…
-¡Si sí, señorita! me quedaré con el reloj de fondo verde y correa de piel….
Era muy persuasiva. Hay mujeres así.
ResponderEliminarA que no haces lo mismo con las teleoperadoras que igual te ofrecen un contrato nuevo de telefonía, que un paquete de productos financieros, o te preguntan a quién votarías en la próximas elecciones?
ResponderEliminarY es que la cercanía obra milagros...