viernes, 10 de junio de 2011

EGO HERIDO

Aunque con reticencias acompañé a Celia a un recital de poemas de Federico. No dejo de sorprenderme ante algunas habilidades humanas. 
Me refiero a la persona que es capaz de memorizar una considerable cantidad de poemas y después recitar los versos como el que pela una patata.
Su luna de pergamino
Preciosa tocando viene
por un anfibio sendero
de cristales y laureles.

En esta situación la envidia carcome mis entrañas. Para mí, recordar más de cuatro artículos seguidos para comprar en el “super” necesito plasmarlos antes negro sobre blanco.

El silencio sin estrellas,
huyendo del sonsonete,
cae donde el mar bate y canta
su noche llena de peces.

A la señora que recitaba, cada palabra le brotaba con una facilidad hiriente. Interpretaba, entonaba, vocalizaba, sentía cada estrofa que pronunciaba.


En los picos de la sierra
los carabineros duermen
guardando las blancas torres
donde viven los ingleses.

-¡Decidido Celia! Aprendo nemotecnia en un tutorial de esos en internet o no vuelvo a asistir a un recital de estos que la autoestima se resiente. 

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